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Unidad
por unidad
por Víctor Hugo
Sobre el horizonte de las colinas bruñidas, El sol, esa flor de infinito esplendor, Inclinado sobre la tierra al atardecer; Una humilde margarita que florece al borde de un campo, Sobre una muro gris, desmoronándose entre avena salvaje, Blanche desplegó su halo cándido; Y la florecita, sobre el viejo muro , Contemplado fijamente, en el eterno azul, La gran estrella esparciendo su luz inmortal. "¡Y yo también tengo rayos!" ella le dijo. Sobre el horizonte de las colinas bruñidas, El sol, esa flor de infinito esplendor, Inclinado sobre la tierra al atardecer; Una humilde margarita que florece al borde de un campo, Sobre una muro gris, desmoronándose entre avena salvaje, Blanche desplegó su halo cándido; Y la florecita, sobre el viejo muro , Contemplado fijamente, en el eterno azul, La gran estrella esparciendo su luz inmortal. "¡Y yo también tengo rayos!" ella le dijo.
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